El sector de los envases de plástico ya comenzó a sufrir su particular momento de dificultad cuando la UE estableció en el año 2018 que para el año 2030 todos los envases plásticos comercializados en territorio comunitario deberán ser reutilizables, compostables o reciclables. Además, los consumidores están cada vez más preocupados por el medio ambiente y cada vez demandan envases más sostenibles.
La llegada del coronavirus ha cambiado la vida a todo el planeta. No obstante, si se analiza bien la situación, ésta no ha hecho sino reforzar la necesidad de cuidar el planeta, ya que hemos podido comprobar cómo el parón de la actividad ha generado un impacto positivo sobre nuestro entorno.
Esta nueva situación ha forzado a cambiar nuestros hábitos de consumo, entre otros muchos aspectos. Los consumidores hemos aumentado nuestro volumen de compra durante la primera fase de la Covid19 y posterioremente, según varios estudios de mercado, hemos empezado a ser más selectivos con la elección de los alimentos que compramos en los supermercados, hipermercados o tiendas de alimentación.
Y ahí es donde los envases juegan un papel fundamental, por un lado ayudando a que los productos perecederos tengan una mayor vida útil y por otro, contribuyendo al medio con el empleo de envases y embalajes sostenibles.
La problemática ambiental que genera una mala gestión de los envases así como unos sistemas de envasado deficientes desde el punto de vista de la sostenibilidad suponen un problema global en el que hemos de trabajar en la misma dirección los diferentes sectores implicados, desde los proveedores de materias primas hasta el consumidor final.
En definitiva, la sostenibilidad en los sistemas de envasado es una necesidad global, y forma parte de la nueva normalidad a la que hemos de adaptarnos, porque la salud de nuestro planeta lo merece.